martes, 5 de agosto de 2008

LA EDUCACIÓN EN PRIMER PLANO



La educación en primer plano.
Por Gabriel Rosas Vega

¿Cree usted que un país cualquiera que sea puede alcanzar grados de desarrollo superiores sin contar con una educación de buena calidad y de amplio cubrimiento para su población? Con absoluta seguridad la respuesta es no. Desde luego, para mayor abundamiento, los especialistas rodean la contestación de razones técnicas que no son del caso enumerar.

Entonces, siendo tan obvia la situación, por qué en Colombia las cosas no funcionan en la dirección correcta. Aunque no sea fácil de explicar, es porque algunas personas creen que la educación debe ser el subproducto de una sorda lucha de poder en la cual prima el interés individual sobre el colectivo. Pero no es sólo ese el factor determinante, también participa activamente la clase política y, desde luego, los complacientes gobiernos, que se encargan de relajar las condiciones de operación del sistema, al punto de convertirlo en una forma de sostenimiento de su menguado dominio...

No es necesario ahondar demasiado para respaldar la afirmación que sostiene que la calidad de la educación en Colombia es cada día más baja. Las pruebas a que ha sido sometida en el ámbito internacional dan cuenta del deterioro y de la pobreza que la caracteriza. También las comprobaciones domésticas dan cuenta del asunto. Basta ver los exámenes hechos a los estudiantes para llegar a la triste conclusión de que la formación que les estamos dando a nuestros niños y jóvenes no los habilita para colocarse en la línea del progreso y del conocimiento, ingrediente fundamental para alcanzar estadios de calidad de vida superiores.
Adicional a la baja calidad, y quizás como factor determinante del problema, está la deficiente administración del sistema. No es nada nuevo que se presenta una gran confusión e incoherencia en las competencias del sector, debido, en particular, a la ausencia de claridad en las funciones, la relativa debilidad del Ministerio de Educación y de las entidades territoriales y a la politización en la administración del recurso humano. Con estos elementos a bordo, sin duda la embarcación debe zozobrar y con ella el país.
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